Tuesday, May 08, 2012

Cristiano-Soraire






Cuando vemos un objeto o una imagen, hay siempre un discurso que de algún modo, los sostiene.
Desde la primera visión se suman una serie de "datos" que guardamos en nuestra memoria.
A esto se suma el bagaje cognoscitivo propio que afecta la lectura.
Este nivel de recepción, también opera en el nivel de producción. Al poner una imagen sobre la tela, el pintor no trabaja solo con datos visuales; también trabaja con palabras, sin que por lo general, la presencia del elemento lingüístico sea develada. De modo que queda demostrado como
palabra e imagen proceden por "alumbramientos mutuos".

Este trabajo detecta con mucha sensibilidad una serie de cuatro componentes que en conjunto permiten una idea acabada del lugar: la ciudad, la barranca, el río y la isla.
Cada uno de estos ámbitos aparece en la imagen general expresando su propia lógica, sus cualidades definitorias. Cada una de estas palabras tiene un gran poder de evocación.

Así podemos comprender al sector de la ciudad, conformado por una unidad que se repite: la manzana.
Que con su multiplicación permite encontrar una métrica, por presencia o por ausencia. La manzana como lleno. La plaza como vacío. Permite detectar densidades, comprender el sentido de su crecimiento, irregularidades: siempre medibles y verificables a través de este módulo artificial.
Permite comprender la presencia del hombre, de su intervención. Sin que por ello perdamos de vista las cualidades del territorio sobre el cual la ciudad surge.

Inmediatamente le sigue la barranca: un borde irregular y que en su conformación, nos habla de un tejido decaracterísticas diferentes: en el se conjugan ahora elementos de otra escala a partir de la presencia del ferrocarril, la vegetación y los establecimientos industriales.
Es muy claro en el trabajo como este tejido de la barranca se separa de manera abrupta unas veces. Otras como una suave transición, en la que es clave la comprensión de la topografía y de algunas barreras o límites que se interponen, como las vías del tren.
Estos aspectos quedan perfectamente planteados con el uso de claroscuros ahora más contrastantes, que permiten comprender que en este sector se está o debe resolverse una transición entre dos sectores muy diferentes de la ciudad.

Luego la presencia del río. Este es un corte dramáticamente oscuro que surca el terriorio. También en este caso, aparece una voluntad de diferenciar sus márgenes: una más caprichosa. Más sensible que quizás haciéndose eco de la dinámica urbana se muestra más accidentada y tortuosa. Enmarañada con la barranca, de la que por momentos se hace difícil separarla.
El otro margen, más radical y contundente, anticipando con toda probabilidad la inmensidad con la cual linda.

Por último, la isla. con su tejido vegetal y con una linealidad y direccionalidad, que lo separan  claramente del resto, sin por ello perder nunca la unidad que subyace a cada uno de los componentes
enumerados.

Resulta fundamental la comprensión no sólo de cada unos de estos estratos o capas que se suceden, sino las relaciones que se establecen entre las mismas. Los cambios de escala, las posibilidades de continuidad o de ruptura.

El hecho de haber comprendido con tanta contundencia el espíritu del lugar es lo que se respira en cada una de las imágenes de esta propuesta, en la que el clima portuario, brumoso, luminoso se ha captado cabalmente. La transparencia, la luminosidad, el claroscuro.


Bajo esta lumbre, es posible ahora un acercamiento mayor: la aparición de una serie de hitos, que haciéndose eco de verticalidad de los mástiles, evocan sin copiar la presencia de los barcos, haciéndose eco de la vertilcalidad presente también en otros elementos de fuerte vocación vertical (Como la Catedral o Siderca). Decisión que en mi opinión no fue anticipada.
La vegetación presente y el clima de penumbra, nos siguen remitiendo a esa zona de ensueño: la barranca está presente. También la voluntad fundante del hombre, como eco de la ciudad. Y el río con sus brumas y sus mástiles.


En tanto pensamiento en imágenes, el trabajo no es solo un medio de expresión sino también un modo de intelección. Redescubriendo, el lugar de la imaginación, "Para saber es preciso imaginar".

El relato de las imágenes es poético y al mismo tiempo, un conocimiento de la realidad, lo que implica que en una de sus dimensiones la poesía es investigación.

Pero, las imágenes mentales del discurso, no hacen sino probar la naturaleza mixta de los signos. 
Si bien el trabajo tiene su plato fuerte en las imágenes, éstas suponen también conceptos. Existe un vehículo tipo del pensamiento: el "compuesto enunciado-imanen". Enunciado que en este trabajo  sería oportuno profundizar.

Arq. Karina Mellace


Memoria de los Autores

Desde su concepción como Puerto y Ciudad, la interacción física entre ambos no existió, así como ahora, dentro de la ciudad, uno no se percata de las grandes industrias rodeándolo todo, es un mundo dentro de otro…
La morfología urbana de Campana está influenciada tanto por el medio físico en el que está inserta (la barranca), como por el entorno próximo (las vías del tren con el puerto y las industrias de fondo casi invisible y las rutas que comunican la ciudad con otras).
El antiguo trazado urbano de la ciudad de Campana, realizado por Chaperouge, y sus sucesivas modificaciones, mantienen el espíritu de centralidad mediante diagonales. La ciudad se extiende como una mancha, traspasa avenidas, pero bordes como el ferrocarril y la industria son parte de la estructura de la ciudad, el paso infranqueable hacia el río.
Utilizando el damero como unidad básica, la ciudad crece desde lo alto de la barranca,  en la plaza, hasta donde los bordes se lo permiten.
Dentro de la trama planeada de la ciudad se pueden distinguir dos tipos de situaciones que a su vez dan por resultado dos tipos de recorte con el cielo. Uno compacto, de altura baja, que aparece como un gran zócalo; y el otro que crece verticalmente, donde se despegan en altura distintos edificios

En un principio fue fácil hacerse hito en Campana, bastaba un leve gesto, doblar la pequeña altura de las construcciones tradicionales para figurarse por sobre los otros en el cielo. Así lo hizo la municipalidad y luego el campanario de la Catedral Santa Florentina. Luego aparecen junto con la especulación inmobiliaria los grandes edificios, y el recorte cambió. Ya ninguno es espacialmente especial.
La monotonía que causa esta trama es cortada por las diagonales que forman bulevares inyectando dinámica al trazado e introduciendo en su extensión naturaleza dentro de la masa artificial.
Uno camina por Campana y continuamente surge la sensación de ir abriendo puertas hacia otros lugares, de transportarse hacia otras realidades. Esquinas de recuerdo.
Dando una elevada significación a todo lo común, la dignidad de lo desconocido a lo corriente, el aspecto de infinito a lo finito. La atmósfera romántica.
“Lo principal (…) era su capacidad de provocar ideas asociadas y estimular sentimientos nostálgicos. Se llenaron de ruinas (…) cuyo cometido era despertar la nostalgia por el pasado y por lo exótico: ruinas construidas cumplían esa función.
Pero aquí la arquitectura (el ordenamiento todo del espacio) no tiene como misión significativa transmitir una información precisa, son estímulos para el sentimiento, es decir, los referentes históricos que la arquitectura evoca están allí para provocar sensaciones, no para informar arqueológicamente.
No interesa la arquitectura, interesa la ruina que es en sí un magnífico signo que evoca el pasado, admirado, misterioso e irrecuperable. El objetivo es conmover, no ilustrar.”
Un fuerte carácter continuo y cerrado a nivel peatonal, resultado de la construcción sobre la línea municipal de casas de 1 o 2 plantas.
Campana se puede sentir como distintas realidades, una dentro de la otra, dando la idea de unidades con su propia lógica funcional y formal, pero al final, ninguna puede pensarse aislada, la “ciudad”, los barrios, el ferrocarril, la industria, el puerto, el río. 

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