La semilla y el árbol

En la semilla esta todo el material genético,  para que después se desarrolle el árbol. Esta toda la información, de como va a ser su follaje, sus ramas, sus hojas, hasta las nervaduras de éstas.

En nuestra arquitectura a desarrollar, en nuestro proyecto, esa semilla, es el lugar, el territorio en el cual vamos a trabajar, ya sea el paisaje o la trama urbana. En realidad, la esencia del lugar, una interpretación particular de la “realidad” del sitio.

Cada uno producirá una apropiación especifica de los datos que el lugar ofrece, y la apertura  y receptividad de ustedes será determinante en la riqueza de la construcción de esa interpretación, a partir primero de una profunda investigación, porque el lugar en si, provee infinitas realidades, sus imágenes, su clima, su historia, su gente, su trabajo, su poesía, muchos y diversos elementos que debemos reconocer. Y luego, un relevamiento sensible, a través de la profunda inspiracion que el lugar vuelca hacia nuestros sentidos. De ese territorio el alumno/arquitecto construye su propia idea o versión en base a lo que ha recogido como dato significativo, y lo que ha dejado de lado.

Para desarrolar todo esto, no hay método, en éste es casi una cuestión matemática, no existe el riesgo. Pero si, hay un camino a recorrer, a partir de la búsqueda y la exploración, tratando de generar una activa conciencia critica, siendo el trabajo a realizar  fruto de la evolución en la practica creativa, osea la evolución a partir del hacer, forzando los limites de lo aceptado y obligándose a repensar y poner en duda los supuestos.

Encontrar la esencia del lugar, en principio, aparece como algo críptico, pero Paul Klee, nos da una mano cuando plantea que “el arte no reproduce lo visible, lo hace visible”. Para llevar adelante esta tarea, no es necesario ser un artista, simplemente tener la mirada atenta, el pensamiento inquieto y el sentido de la estética.

Alvar Aalto nos decía en su tratado sobre la humanización de la arquitectura.
“…Cuando me empeño en resolver un problema de arquitectura, me encuentro invariablemente paralizado en mi trabajo por la idea de la realización – se trata de una “especie de soplo de las tres de la madrugada” – debido probablemente a las dificultades causadas por la importancia de cada uno de los elementos en el acto de su realización arquitectónica.
Las exigencias sociales, técnicas, humanas y económicas que se presentan a la par con los factores psicológicos que conciernen a cada individuo y a cada grupo, sus ritmos y el diálogo interior, todo ello constituye un nudo que no puede deshacerse en modo racional.
De ello se desprende una complicación que impide a la idea madre tomar forma.
En esos casos actúo de un modo completamente IRREFLEXIVO; olvido por un instante la maraña de problemas, los borro de la memoria y me dedico a algo que podría llamarse arte abstracto.
Diseño dejándome llevar totalmente por el INSTINTO y, de pronto, nace la idea madre, un punto de partida que aúna los distintos elementos antes citados, muchas veces contradictorios, y que los combina armoniosamente.

En este recorrido de abstracción inicial en el que dejamos de ver lo que simplemente ve y empezamos a ver mas allá, a través de una composición artística firmemente inspirada en la esencia y en operaciones de algún modo cubistas, logrando vincular elementos que en su origen podrían no haber tenido relación, con el objeto de componer un todo.  Donde la simultaneidad de la visión, la representación de la totalidad espacial, la multiplicidad y compenetración de las imágenes producidas por la variación de las perspectivas a partir de estructuras geométricas, nos llevan a no representar el aspecto fenoménico de la realidad, sino, lo que estamos buscando, su constructivo valor esencial, interpretando y operando en una realidad que no esta limitada al mundo de lo visible.

En este plano, todavía no hay arquitectura, pero si, la semilla, la macchia, que contiene toda la potencia de la integridad, toda la información, donde se exagera lo característico de ella, sumándole eficacia, descubriendo el entramado de relaciones invisibles que la sostiene, asimilando e integrando conceptos, para parir la genesis de nuestra arquitectura.

Es seguro un gran desafio, para después, en pasos sucesivos, ir encontrando la síntesis en el camino hacia nuestro proyecto. Pero la síntesis entendida como la decantación de todas estas complejidades, y no la síntesis, como vacio de significado.

Empecemos, juntos, a desentrañar este camino…
Jorge