Thursday, February 02, 2012

“FORMACION UNIVERSITARIA DEL ARQUITECTO “ (parte final).

(sigue)

“La Arquitectura se une y se asienta en el ambiente natural, (paisaje, luz y sitio). El Arquitecto coordina y ordena a los diversos componentes urbanos, a los tejidos sociales, las unidades residenciales, a los centros de trabajo y de producción, a los núcleos destinados a la cultura, el reposo y el esparcimiento.

Existe entonces una íntima y estrecha relación entre arquitectura y urbanismo que deben considerarse como parte del mismo proceso constructivo: el primero imprimiendo una forma a las actividades humanas y el segundo ordenando las relaciones entre ellas, y demuestran entonces que el uno es únicamente un órgano construido en medio de un espacio establecido y creado por el otro.

Pensamos que los cursos teóricos y prácticos de Urbanismo deben formar parte, en una forma más amplia, más extensa y más profunda en las materias vigentes de las Escuelas de Arquitectura.

La Escuela no debe cargar la mente del estudiante con conocimientos inútiles y académicos y cuidarse mucho de los programas vagos y supercargados; conviene más bien formar principalmente una mente equilibrada y flexible, acostumbrada a una gimnasia mental que le permita resolver cualquier problema, de cualquier índole y en cualquier momento. Debe también desarrollar una metodología a base de lógica y razonamiento con métodos positivos y reales, que le permitan aprender y desenredar, observar, clasificar y analizar antes de llegar, por fin, a una síntesis.

Hay que educar primeramente la mano para que conozca la densidad, la fuerza y el mensaje de la materia inerte. El estudiante debería alternar el trabajo directo con la piedra, el ladrillo y la madera. Debería saber preparar una mezcla de mortero o de hormigón, limpiar él mismo el sitio donde va a levantarse el edificio, como también subir a los andamios.

El estudiante debe vivir con el lápiz en la mano, como utensilio básico para que en el dibujo expresado logre acostumbrarse a medir, apreciar, dimensionar, proporcionar los elementos humanos y naturales y los acontecimientos de la Arquitectura.
Es necesario educar temprano el ojo, acostumbrar a saber ver y apreciar inmediatamente en los espacios y en los volúmenes diferencias de pocos centímetros. Debemos acostumbrar al estudiante a interesarse en todos los problemas humanos y sociales de su país, tener una mente abierta a todas las cosas y no quedarse únicamente encasillado en su mesa de dibujo. El debe viajar, conocer a su tierra, a su gente y a su pueblo, acostumbrarse a la polémica sana y objetiva y en la Universidad entrar en contacto con estudiantes de otras disciplinas.



La Escuela debe propiciar cada vez más el trabajo en equipo y sus inmensas posibilidades: la integración con otros técnicos y profesionales que se interesan por la Arquitectura; fomentar la creación de talleres y laboratorios de experimentación, de investigación, interesarse en nuevos conocimientos aptos para la época, en los problemas de prefabricación, cualquier clase de diseño en función de procesos industriales; aprender a "COMO" pensar y "COMO" investigar más que a lo que hay "QUE" pensar y lo que hay "QUE" investigar; hacer entender al estudiante que el esfuerzo mental es mucho más su propia obra que el resultado de las indicaciones del profesor y que es más conveniente, al salir de la escuela, poseer una cabeza bien formada y bien equilibrada que una demasiado repleta y llena de conocimientos que, como todos sabemos, están y estarán siempre sujetos por la constante superación del progreso a perennes modificaciones.”

Arq. Carlos Raúl Villanueva
Prof. Juan Pedro Posani
(Venezuela 1969)

(fin)
 
Del epílogo de Villanueva sobre este trayecto q implica la universidad, propongo hacer una relectura indagando juntos en búsqueda de aquella esencia del aprendizaje arquitectónico, este viaje en el cual tanto más importante que el destino es cómo se llega a el, y por el cual los saberes que en este andar se descubren forman parte indisoluble del camino andado.
 
Entendiendo los pasos primeros como el inicio de una larga caminata -la del arquitecto- en la que el alumno forja su paso, su ritmo, su semblante, listo para adaptarse a las cualidades del camino que elija desandar.

Es nuestro objetivo como taller acompañar, guiar, nutrir esos pasos iniciales- ese semblante naciente, compartiendo un camino fundado en los desafíos inciertos del “CÓMO”, desmarcándonos de las certezas del “QUÉ”.
Movilizados, entonces, a interrumpir el reposo y salir a andar.
Con la mirada profunda sobre la indivisible raíz, origen y fin de nuestra actividad: el hombre y su territorio.

1 comment:

Anonymous said...

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