Mendoza. Concentra su potencial como respuesta a la escasez hídrica Todo es expresión, expresión destilada de los seres animales, vegetales y minerales que residen en este territorio.
Las condiciones que existen en esta zona obligo a adaptarse a una forma de vida y una cultura únicas en el mundo. Debido a la escasez de ese líquido tan preciado, los seres aprendieron a sobrevivir nutriéndose de su entorno y extrayendo de la manera más eficiente el néctar gota a gota, para luego utilizarlo para su consumo de la manera más sabia.
Pero es tan escasa la cantidad de agua que se encuentran grandes superficies desérticas en relación a la cantidad de florecimiento. Y por cada gran superficie desértica se encuentra un ser que está destilando al máximo el posible potencial de esa zona para sobrevivir.
Pero lo mágico que surge de este estrés hídrico radica en el potencial que se genera al momento de expresarse. Las plantas adoptan un aroma excepcional, los arboles desarrollan unas raíces híper resistentes y eficaces, las uvas logran un sabor inigualable, el hombre aprecia y cuida el agua de maneras que cuesta creer.
Todo ese esfuerzo por lograr manifestarse como tal, se ve reflejado en las calidades de esas manifestaciones. Todo ser sabe que lo que cuesta hay que aprovecharlo al máximo, desde los hombres hasta las plantas, todos aprendieron esa regla para habitar este suelo.
Esa es la escancia que genera el proyecto: el ADN mendocino. Nutrirnos de las mismas maneras que los experimentados habitantes (todos los seres) lo hacen y lo hicieron para poder manifestar con su máxima expresión a la arquitectura.
Estudiando la morfología del terreno, los recorridos del agua, la fluidez y complejidad de las plantas, la conciencia de los residentes pudimos encontrar ese patrón, ese ADN. Con eso se gestó el proyecto. Y de eso se trata, se nutre de su contexto, cada parte del programa de donde necesita nutrirse, para luego extraer lo que es necesario para la manifestación real de la arquitectura.
Hablando más específicamente del programa, se tomó como más importante a la bodega de destilados, y estudiando el proceso productivo se concluyó que el punto más significativo es en el que el fruto se convierte en alcohol, es el momento en donde se extrae el espíritu del fruto, esa escancia que solo ese fruto posee y ningún más en la tierra. Por lo que el momento en el cual ocurre la magia es en la sala de alambiques, ya que ellos son los responsables de este proceso cuasi alquímico. Basado en eso se tomó a esa sala como el corazón del proyecto, ya que es esa la parte fundamental del proceso.
El proyecto se enraíza en el terreno, se nutre del entorno, hasta llegar al punto clave, la sala de alambiques, donde confluye toda esa energía, se encuentra, se entrelaza y explota
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