La palabra Cuyo significa “tierra de las
arenas”. Esta característica del árido suelo nos resalta la importancia vital
del agua y de la red hídrica que sostiene a los oasis en Mendoza que generan
una identidad ambiental.
La
concentración de los Oasis mendocinos contrasta sobre un fondo desértico donde
las relaciones están dadas por los cursos de agua naturales y construidos por
el hombre.
Resultando así, un armonioso equilibrio dado tanto por
la fluidez natural del agua y la respetuosa domesticación de ésta, generada
por el mendocino, almacenándola y
distribuyéndola: desde el dique, a la acequia, luego al riego por goteo.
Observamos
que en Mendoza esta tendencia a la concentración debido al estrés hídrico se da
en diversas escalas y lo entendemos como el
ADN mendocino.
En
donde todos los elementos presentes en el territorio buscan concentrarse para
potenciar su esencia.
Existe un patrón morfológico que adoptan los
diferentes protagonistas del paisaje, una manera unánime de responder a las
extremas necesidades que clima propone; se trata de ramificarse, se extrae en
el capilar más delgado de su cuerpo para concentrar poco a poco lo extraído y formarlo
parte de su propia esencia. Generando en las vastas extensiones desérticas un
oasis de vida.
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