Caminando la
Isla Demarchi y recorriendo sus alrededores, nos preguntamos cómo influye la
mano del hombre sobre la naturaleza. El paso del tiempo se plasma de manera
diferente según si observamos el crecimiento industrial en relación al hombre y
sus necesidades de desarrollo o si nos detenemos en el crecimiento orgánico que
se da en la naturaleza y sus componentes. Observamos, en estas huellas que se
ven a lo largo del tiempo, dos tipos de estructuras de construcción y
desarrollo: un tipo de estructura de carácter industrial, relacionado con todo
el proceso de crecimiento y auge económico del país y su posterior debacle y
abandono; y otro del tipo orgánico, en relación a la construcción espontánea,
de emergencia, en relación a lo natural y a la adecuación de la gente al medio
ante la necesidad de un espacio donde habitar. Entre estas estructuras notamos
una diferencia de tiempo, de crecimiento y de desarrollo: la primera con un
proceso más lineal y prolongado, demarcada por los materiales y la escala que
precisa (industria de tamaño casi monumental, donde el peatón poco tiene de
relación con el medio); la segunda de carácter casi aleatorio y fugaz, rápido y
desmedido, como el ritmo del agua de río cuando sube en época de lluvia. Ambas
estructuras se encuentran marginadas de la ciudad y, por ende, de la sociedad y
su tiempo.
En la isla
Demarchi el crecimiento orgánico se da en doble sentido: por un lado, se
manifiesta a través de la mano del hombre que actúa de forma rápida y
espontánea ante la necesidad de un nuevo espacio de hábitat, conformando así,
por ejemplo, la villa rodrigo bueno; por el otro lado, se ve reflejado en la naturaleza,
orgánica y libre de delimitaciones, que actúa sobre la estructura industrial
existente y se desarrolla por sobre ella, adaptándose- a falta de su ecosistema
original- al nuevo medio que el hombre le presenta e impone.
Estas
estructuras se presentan en forma de huellas, de capas que se han ido acumulado
a lo largo del tiempo: industria que se desarrolló y más tarde, en su devenir,
se transformó en residuo industrial; cascotes que se han derramado sobre la
rivera llena de sedimentos del río y se han mimetizado con ellos; y plantas que
crecen en forma desmedida sobre estas estructuras y estos cascotes. En uno y
otro caso, la estructura, la mano del hombre, actúa como nueva base, como nueva
tierra poco abonada sobre la que la naturaleza se esfuerza por subsistir.
En el
objeto, analizamos las distintas formas de interacción entre lo orgánico y lo
industrial, pensando cómo sería la unión entre estas nuevas estructuras y las
preexistentes, así como la fusión entre la trama existente y la nueva a
proponer.
Esta nueva
trama deviene del análisis de los sistemas orgánicos: por un lado, observando
las ramificaciones a partir de una línea en relación al crecimiento de las
plantas y en relación al concepto que representará el polo audiovisual; y por
el otro, comprendiendo el sistema que conforma el meandro, donde se dan dos
situaciones: una de acumulación y una de erosión. La acumulación tiene ecos.
Cuando hay sudestada, el río sube y baña las cosas y la tierra apiñada se
acumula. Al bajar el agua, deja rastros de sedimentos, casi como micro llanuras
pampeanas.
Hasta ahora,
el hombre con su estructura industrial, no ha sabido dar respuesta a la
problemática que se plantea en la rivera del Río de la Plata y del Riachuelo.
Cada nuevo proyecto, en mayor o menor medida, es un paso en falso, yendo en
contra de la propia naturaleza y del desarrollo natural del ecosistema
rioplatense.
Observamos
la impronta que tiene en el lugar el agua. Las actividades que le dan vida y
hacen dinámica a la Isla son producto de la navegación tanto del Río de la Plata
como del Riachuelo. Este último tiene- a nuestro modo de ver- una gran impronta
en el lugar. Quizás por su historia, por lo que hoy se ha convertido el
Riachuelo, luego de tanto tiempo y tanta mano del hombre actuando de forma
indebida. Como consecuencia a estas erradas decisiones, los terrenos aledaños a
la cuenca del río se han vuelto inestables, insalubres y peligrosos como hábitat para los seres vivos.
La mano del hombre (manifestada en la estructura industrial) modificó y alteró
la estructura natural del río. A lo largo de su historia ha ido alterando las
condiciones originales del mismo, alejándose
de la naturaleza y encerrándose en el “cemento”.
En la isla
se ven esas capas que el hombre ha ido dejando. Se ve la evolución, el
crecimiento y el deterioro del ámbito industrial que se ha producido con el
transcurrir de los años.
Pero así
como el hombre ha ido avanzando sobre la naturaleza intentando adaptarla a su
forma de construir, la naturaleza se ha ido filtrando en las construcciones y
en los residuos industriales. Ella se adapta, se transforma, no tiene límites ni de espacio ni de tiempo.
Y si el hombre ha alterado sus condiciones originales, la naturaleza encuentra
el camino para sobrevivir.
Es como la
formación de los meandros en terrenos con poca pendiente: el río, por más que
tenga un terreno dificultoso, busca siempre el modo de seguir su curso, de
romper barreras.
Creemos,
entonces, que quizás la solución no esté en poner el ojo sobre lo que el hombre
puede hacer construyendo más y más “cemento”, sino que se puede generar
arquitectura observando cómo se comporta el río, cómo fluye y cómo se
estructuran las plantas para crecer y permanecer en pie. De esta forma,
podremos lograr un equilibrio entre la estructura industrial existente y la
estructura orgánica de la naturaleza.
Estructura
Orgánica como posibilidad de flexibilidad en relación a lo flexible,
desmontable, variable en el tiempo del polo audiovisual y la industria
cinematográfica.
La Isla
Demarchi aparece como punto estratégico para la renovación de la ciudad en la
zona sur, renovación de la industria, renovación del ecosistema natural del
riachuelo y renovación de la naturaleza no como resultados de la acción del
hombre sino a la inversa.
Polo
audiovisual como punto, como nodo de producción cultural latinoamericana, del
cual irradiará y trasmitirá al resto del mundo nuestra cultura, nuestra forma
de ver y concebir el universo.
Revalorización
del área en relación a revalorar nuestra propia cultura y mostrarla al mundo,
compartirla.
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