De el texto Algunos
elementos para la formulación de un proyecto territorial
Lic. Estela Noemí
Cañellas
Universidad Nacional de General Sarmiento. Buenos Aires.
Argentina
Podes leerlo completo en https://upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2099/14748/CA%C3%91ELLAS_Estela.pdf
En 2003, la UNESCO asigna la Categoría
“Paisaje Cultural” a la Quebrada de Humahuaca (QH), localizada en la Provincia
de Jujuy, ponderando sus valores naturales y culturales. Se trata del valle del
río Grande –de 155 km aproximados de longitud- delimitado por dos cordones
montañosos donde habita una población cercana a los 30.000 habitantes.
Importantes cambios recientes interpelan a una amplia gama de programas e
instrumentos de planificación y gestión que, desde diferentes ámbitos y sin
coordinación, intentan promover transformaciones.
En lo contextual, en la Quebrada se
registra una fuerte tensión entre el compromiso asumido ante UNESCO de
preservar el patrimonio y la oportunidad representada por un escenario económico
favorable que se abre luego de la crisis de 2001 y que contribuyó al
crecimiento del turismo, en un medio signado por una mayoría de hogares con
necesidades básicas insatisfechas. Además, una multiplicidad de programas
sociales de nivel nacional que se fue desplegando con posterioridad al 2003,
ayudó a evitar las migraciones a las grandes ciudades –que estaban por detrás
del decrecimiento poblacional- “fijando la población” en el lugar, mejorando
los niveles de vida, es decir, dando lugar a importantes transformaciones
sociales y espaciales.
En efecto, los cambios en las
tipologías edilicias y en los usos, la extensión del tejido urbano residencial,
las transformaciones en los patrones de producción agrícola, son algunos de los
factores que estuvieron por detrás de las configuraciones territoriales y que
operan como “contexto” de este estudio.
LA GESTIÓN DEL ÁREA
PATRIMONIALIZADA
Como se registra en estudios
anteriores (Catenazzi, Cañellas y Potocko, 2011; Castro y Zusman, 2011), luego
de la Declaratoria, se han elaborado distintos instrumentos de planificación
que resultan de la multiplicidad de políticas superpuestas que ponen de relieve
algunas de las lógicas que operan en el territorio. Desde ahí, se plantea la
necesidad de conocer cuáles son los organismos que formulan proyectos para el
Sitio y cuáles son las propuestas que algunos incluyen para gestionarlo; identificarlos
y clarificar sus competencias es indispensable a la hora de reflexionar sobre
su capacidad de acción. Tal como plantea Sabaté Bel (2010, 2006, 2005), desde
una visión proyectual, para gestionar el legado patrimonial de manera que
contribuya no sólo al desarrollo local, sino también a reforzar la identidad y
autoestima local, un proyecto territorial necesita involucrar tanto a los
representantes de los distintos niveles de gobierno presentes en el área, como
a la sociedad civil. Coincidentemente, desde las políticas públicas también se postula
que la promoción de regiones postergadas requiere optimizar recursos con la
concurrencia de todos los niveles del estado y de la sociedad para gestionar
estratégicamente los territorios (Lemoine y Sarabia, 2001). Por lo tanto, se
trata de construir conocimiento institucional, ¿qué organismos operan en la Quebrada
de Humahuaca?, ¿a qué escala?, ¿qué proponen?
La gestión de la QH presenta desafíos
de gestión específicos y únicos en nuestro país por la complejidad que le
otorga ser un territorio atravesado por distintas lógicas que no siempre se presentan
articuladas; al menos tres son de interés de este estudio: la que opera por su
condición de Sitio UNESCO; la que impone su conformación jurídico
administrativa y de competencias; y la que resulta de los múltiples organismos
de distintos niveles y sectores que piensan e intervienen en su reconfiguración
física e institucional. Dar cuenta de esta complejidad es un insumo fundamental
para desarrollar cualquier proyecto que tenga como finalidad transformar ese
territorio para que aporte tanto al desarrollo local, como a la preservación
del legado patrimonial. Por lo tanto, un expediente territorial que se
constituya en un insumo para encarar un proyecto territorial, además de
considerar aspectos físicos, no puede dejar de abordar los contextos institucionales.
En principio, la definición del área
patrimonializada de la Quebrada de Humahuaca y su postulación como Sitio UNESCO
surge desde una iniciativa provincial que resultó avalada tanto por el nivel
nacional, como por un organismo internacional a través de la Inscripción en la
Lista de Patrimonio de la Humanidad (Catenazzi, Cañellas y Potocko, 2011). El
compromiso asumido la convierte en una región que por su particularidad
requiere una gestión diferenciada; se trata de una región isla (Benedetti,
2009). Como en todo Sitio Paisaje Cultural, la distinción compromete
necesariamente a desarrollar un Plan de Manejo como herramienta para “planear
la promoción y significado del mismo”, lo que “Implica atender de manera
integral y participativa todos los aspectos relacionados con el lugar” (Rigol
Savio, 2004:40), considerando además su articulación con otros planes
desarrollados para el Sitio. En este punto se plantea -como ocurre en general
con otros sitios UNESCO con las particularidades de sus distintas escalas- el
dilema sobre el diseño del organismo que llevará adelante
dicho plan. Esto hace referencia tanto a su grado de autonomía, como a los
recursos que se le atribuyen, así como también a su forma de articulación con
las estructuras político administrativas.
Todas estas variables dan lugar a
distintos diseños (Coulomb, 2001), por lo que más adelante se analizarán las
propuestas contenidas en diversos planes para resolver la conformación e institucionalización del organismo
administrador del Sitio, un compromiso asumido en el Plan de Gestión. El Sitio
actualmente está a cargo de la Unidad de Gestión, organismo dependiente de la
Secretaría de Turismo y Cultura que elaboró dicho Plan.
Ahora bien, ¿cuáles son los
condicionamientos que impone el marco jurídico a la institucionalización de una
región? Por un lado, la Constitución Nacional habilita la conformación de
regiones5, pero no les
atribuye la posibilidad de poseer gobierno propio, aunque sí admite la
alternativa de otorgarle funciones con poder vinculante en sus jurisdicciones
(Lemoine y Sarabia, 2001). Por lo tanto, queda abierta la posibilidad de que el
liderazgo de una región supramunicipal pueda ser ejercido tanto desde el nivel
provincial, como a través de la conformación de entes intermunicipales con
mayor o menor grado de articulación entre niveles.
Por el otro lado, hay múltiples
competencias atribuidas al nivel municipal. En la Quebrada de Humahuaca los
gobiernos locales con jurisdicción en el territorio tienen varios atributos en
materia territorial que deberían ser consideradas para la conformación del
organismo de gestión patrimonial del Sitio. En la provincia de Jujuy, los
municipios y comisiones municipales poseen las referidas a la planificación y ordenamiento
de sus territorios. Justamente, la Constitución provincial de Jujuy (Art. 189)
les otorga a los municipios la competencia para la planificación, gestión y
ejecución del desarrollo y ordenamiento urbano y además, los consagra como los
agentes naturales para la ejecución de planes y objetivos formulados desde el
nivel provincial. La Ley Orgánica de Municipios, por su parte, les asegura la
competencia para delimitar los cascos urbanos de las ciudades y pueblos, para
ejercer las potestades en materia de urbanismo conferidas por la Constitución.
Además, tienen las atribuciones para celebrar convenios con otros municipios y con entes públicos para
diversos fines, entre ellos “para el fortalecimiento de las relaciones y la complementación
intermunicipal, promoviendo la concertación y el desarrollo de las distintas
regiones y zonas de la Provincia” (Ley N° 4466). En ese sentid o, estarían
habilitados para conformar una región intermunicipal. Por lo tanto, se puede
sostener que en primera instancia, son los municipios quienes operan en el
territorio bajo su jurisdicción llevando adelante sus propias agendas
territoriales, avalados por la normativa y por su legitimidad política.
No obstante, existen otros organismos
que intervienen desde distintos niveles jurídico-administrativos a través de
una multiplicidad de planes con distintos objetos y objetivos. En 2009, se
presentó el Plan de Gestión Quebrada de Humahuaca Patrimonio Mundial6, que propone
articular acciones con otros instrumentos elaborados por instancias
provinciales y nacionales o en el marco de políticas públicas de nivel nacional
(PG: 2009:126)7. Asimismo, se han
formulado otros planes no incluidos –y que no contemplan- el Plan de Gestión8. Cada uno tiene un
sesgo particular signado por intereses sectoriales y por la escala a la cual
planifican. A los efectos de dar cuenta de ellos, proponemos dos grandes
conjuntos. Por un lado, cabe referirse a los que tienen por objetivo el
desarrollo turístico y por el otro, a los que apuntan –desde el ordenamiento
territorial- a la provisión de infraestructuras y equipamientos. En el primer
grupo, cabe consignar el Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable 20169, de nivel nacional,
y el Plan de Desarrollo Turístico Sustentable de la Provincia de Jujuy10. En el segundo,
podríamos considerar el Plan Estratégico Territorial 1816-2016 Argentina del
Bicentenario11, de nivel nacional,
y su contraparte provincial, el Plan Estratégico Territorial Jujuy
2006/201612, a los que se suma
el Programa de Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente13, desarrollado a
nivel de la región Quebrada y Puna, como primer paso a la elaboración del Plan
de Ordenamiento Territorial de la Provincia, en el marco de la Iniciativa para
la Integración Regional Sud Americana.
En todos esos documentos se plantean
denominadores comunes en cuanto a las problemáticas de la región y a la
necesidad de impulsar el desarrollo local en base a una gestión sustentable de
los recursos patrimoniales, para lo cual las infraestructuras y el desarrollo
de servicios para los turistas son señalados como claves, considerando los
valores y la ubicación estratégica de la QH. Asimismo, se pondera la necesidad
de conciliar el desarrollo de infraestructuras y actividades económicas y culturales
con el compromiso asumido con UNESCO. Por esto último, algunos de los planes
provinciales centran su preocupación en la necesidad de implementar un
organismo específico, capaz de articular los distintos proyectos destinados a
gestionar el desarrollo local y la evolución territorial del paisaje cultural
protegido.
Es así que, el Plan de Desarrollo
Turístico Sustentable y el Programa de Ordenamiento Territorial diseñan un
organismo específico para actuar a nivel del Sitio Patrimonial en línea con los
compromisos asumidos con UNESCO en el Plan de Gestión, aunque con distintas
conformaciones y competencias. En estas distintas conformaciones está en juego
el “tablero de comando” para coordinar las acciones sobre el Sitio.
PROYECTOS PARA EL
TERRITORIO
¿Cómo se construye la identidad de un
territorio? Esta es una pregunta que sobrevuela algunos textos que dan cuenta
del rol de las representaciones gráficas en la construcción del territorio
(Novick y otros, 2011) y de las propuestas territoriales que resultan de los
instrumentos de planificación (Novick, 2007). En esa línea, se sostiene que por
detrás de cada uno de los planes elaborados hay ideas sobre la identidad del
territorio que conviene conocer, y por lo tanto es necesario relevar la
diversidad de propuestas formuladas. Con ese objetivo, se han recopilado y
organizado en relación a sus “objetos” en su rol de nodos, hitos o itinerarios,
según la clasificación sugerida por Sabaté Bel (2005:25).
En cuanto a los “nodos”, es decir los
proyectos que se presentan como puerta, accesos o espacios regionales, se plantearon varias
alternativas. Desde el PDTSJ se propusieron cuatro portales que a la manera de
los monumentos clásicos signan las rutas de acceso a la QH, marcando “lo que
está afuera” y “loque está adentro”. Las localizaciones previstas se sitúan al
sur en Volcán, al norte en Tres Cruces, al oeste en Purmamarca y al este en
Santa Ana (PDTSJ, 2006:43; 50). Si bien no se materializaron todos ellos, en Volcán
se configuró una suerte de puerta de acceso en el Centro de Interpretación
promovido por la Secretaría de Turismo y Cultura provincial y en la feria
artesanal regional, que tienen sus sedes en edificios históricos recuperados.
El concepto de portal, que fue también motivo de un concurso de diseño
convocado desde la misma Secretaría (Figura 4), da cuenta de una idea más
amplia que intenta asociar las puertas con equipamientos que ofrecen servicios
al turismo -gastronómicos, artesanías, sitios de interpretación- y a nivel
simbólico marcan los accesos regionales. Esos “nodos” –a la vez materiales y
centros de servicios- se reencuentran, reformulados y con algunas
superposiciones, entre las propuestas del POT, donde se plantea
un proyecto de equipamiento para el
servicio a los turistas con características de nodo. En esa orientación, el
modelo de gestión del área patrimonial imagina la creación de un Parque Regional
Inteligente de Turismo y Cultura, en Hornillos “un gran espacio natural
acondicionado funcionalmente para transmitir cultura e información” (POT,
2010:76). El parque operaría como un centro regional donde se concentra la infraestructura
de equipamiento y servicios adecuada para el turismo nacional e internacional.
Junto con hoteles y restaurantes se diseñaron lineamientos para un centro de convenciones,
museos y salones de exposición de artesanías. Para llevarlo a cabo, la idea era
lograr una gestión público-privada en torno de los beneficios del turismo,
compartida entre los municipios, las comunidades locales y los empresarios
(POT, 2008:71-72; 76-77). Finalmente, otros equipamientos que actuarían también
como nodos, por su condición de centro de trasbordo, son las terminales de
ómnibus para Tilcara y Purmamarca, asimismo como el nodo multimodal Volcán (PETJ,
2007:29-30; 1).
En otra clave, la Quebrada de
Humahuaca es objeto del diseño de una gran cantidad y variedad de circuitos
a considerar. Efectivamente, en el
PFETS aparecen mencionados itinerarios que configuran circuitos turísticos más
amplios. Se trata, por ejemplo, de las travesías Humahuaca-Parque Nacional
Calilegua; Humahuaca-Orán; de las Salinas; Ruta 9 y Circuito transfronterizo
Paso de Jama-Atacama (PFETS, 2005:92-95). Y, en el interior de la Quebrada,
muchos de los circuitos están condicionados por las infraestructuras de acceso
que se abren dentro de una compleja geografía como se visualiza en el PETJ.
Tal es el caso del acceso regional
Quebrada-Calilegua (Rutas 73 y 83) que forma parte de una de las travesías del PFETS. Este acceso, conecta la
QH con Santa Ana, uno de los pueblos donde, recordemos, el PDTSJ proponía
construir uno de los portales de acceso. Puede ser también mencionada, en ese
carácter, la ruta 73 que unirá Humahuaca con Coctaca, localidad con importante
yacimiento arqueológico y antiguas terrazas de cultivo a los que ahora se
accede sólo por un complicado camino de tierra o la ruta provincial 13. Esta
ruta comunicará Hipólito Hirigoyen (Iturbe) con Abra del Cóndor -límite con
Salta a 4.000 metros de altura- que permite la conexión con el sitio turístico
por excelencia que es Iruya, también en Salta (PETJ,2007:30;5; PET,2008:24).
Por su parte el POT puso singular empeño en el rescate de las antiguas rutas
transversales que naciendo entre Huacalera y Humahuaca permitían llegar al
occidente mediante la Quebrada de Yacorite y al oriente, atravesando la
Quebrada de Calete y las abras de Cianzo y Zenta (POT,
2008:12).
La rehabilitación del ferrocarril que
unía San Salvador de Jujuy con La Quiaca es uno de los proyectos reiterados en
varios documentos como el POT, el PET y el PETJ. Pero es sobre todo, el eje
central del POT que presenta los estudios relacionados con la traza
ferroviaria, donde además de valorar sus implicancias en cuanto a conectividad,
se alude al proyecto como una alternativa turística que aportaría un nuevo
paisaje en movimiento (POT, 2010:3). Esta obra, conjuntamente con la
rehabilitación de sus estaciones históricas podría considerarse en términos del
itinerario, más relevante para el desarrollo de la Quebrada de Humahuaca.
Asimismo, también en el POT se pueden
reconocer iniciativas que promueven la valoración de recursos naturales y
culturales que pueden transformarse en potenciales hitos de un futuro proyecto
territorial que se alimente, además, de relatos y narraciones que le dan
sentido. En esa línea, en torno de las unidades de paisaje, se efectúa una
descripción detallada de fenómenos singulares tales como las geoformas, las variaciones
cromáticas, los dibujos de los cursos de agua o las características de la
vegetación dominante.
En cada una de las unidades de
paisaje, se van identificando aquellos rasgos identitarios que además, constituyen
los componentes del paisaje cultural. Así, en Volcán, se ponderan las zonas
agrícolas; en Purmamarca, además del pueblo en sí se valora su iglesia colonial
o el algarrobo centenario; en Maimará el foco se coloca en las reminiscencias
históricas del complejo colonial Posta de Hornillos o las acequias y canales
que permiten los cultivos de flores y hortalizas; en Tilcara se trata del
prehispánico Pucará al igual que el de Campo Morado que se vincula con Los
Amarillos-Yacorite. En esa misma lógica, la plantación de sauces de Muyuna, los
cultivos de Uquía-Huacalera, los monumentos de Humahuaca, etc. (POT, 2010:8- 14).
Esos recursos que se van rescatando operan además como hitos de los circuitos
turísticos.
En esta breve presentación de
materiales, es posible identificar la cantidad de proyectos nuevos y de iniciativas
proyectuales que se proponen, asegurar las infraestructuras de servicios y
poner en valor los relevantes recursos patrimoniales y naturales, que a su vez,
son objeto de estudio y acción desde distintos niveles de gobierno. Algunos de
ellos, como los planes de turismo, intentan recoger la mirada de los diversos
niveles de gobierno y sectores involucrados, públicos y privados; otros, como
los planes estratégicos, elaboran propuestas que no siempre registran las
particularidades del territorio, las propias asociaciones de vecinos también
promueven iniciativas al igual que los residentes o los programas públicos que
de modo silencioso van proyectando el territorio. Es sobre esa base que, desde
nuestra perspectiva, debería iniciarse un proceso proyectual que involucre e
integre y propicie un proceso colectivo.