Friday, March 31, 2017

PENSAR EL TERRITORIO: LA QUEBRADA DE HUMAHUACA

De el texto Algunos elementos para la formulación de un proyecto territorial
Lic. Estela Noemí Cañellas
Universidad Nacional de General Sarmiento. Buenos Aires. Argentina
En 2003, la UNESCO asigna la Categoría “Paisaje Cultural” a la Quebrada de Humahuaca (QH), localizada en la Provincia de Jujuy, ponderando sus valores naturales y culturales. Se trata del valle del río Grande –de 155 km aproximados de longitud- delimitado por dos cordones montañosos donde habita una población cercana a los 30.000 habitantes. Importantes cambios recientes interpelan a una amplia gama de programas e instrumentos de planificación y gestión que, desde diferentes ámbitos y sin coordinación, intentan promover transformaciones.
En lo contextual, en la Quebrada se registra una fuerte tensión entre el compromiso asumido ante UNESCO de preservar el patrimonio y la oportunidad representada por un escenario económico favorable que se abre luego de la crisis de 2001 y que contribuyó al crecimiento del turismo, en un medio signado por una mayoría de hogares con necesidades básicas insatisfechas. Además, una multiplicidad de programas sociales de nivel nacional que se fue desplegando con posterioridad al 2003, ayudó a evitar las migraciones a las grandes ciudades –que estaban por detrás del decrecimiento poblacional- “fijando la población” en el lugar, mejorando los niveles de vida, es decir, dando lugar a importantes transformaciones sociales y espaciales.
En efecto, los cambios en las tipologías edilicias y en los usos, la extensión del tejido urbano residencial, las transformaciones en los patrones de producción agrícola, son algunos de los factores que estuvieron por detrás de las configuraciones territoriales y que operan como “contexto” de este estudio.
LA GESTIÓN DEL ÁREA PATRIMONIALIZADA
Como se registra en estudios anteriores (Catenazzi, Cañellas y Potocko, 2011; Castro y Zusman, 2011), luego de la Declaratoria, se han elaborado distintos instrumentos de planificación que resultan de la multiplicidad de políticas superpuestas que ponen de relieve algunas de las lógicas que operan en el territorio. Desde ahí, se plantea la necesidad de conocer cuáles son los organismos que formulan proyectos para el Sitio y cuáles son las propuestas que algunos incluyen para gestionarlo; identificarlos y clarificar sus competencias es indispensable a la hora de reflexionar sobre su capacidad de acción. Tal como plantea Sabaté Bel (2010, 2006, 2005), desde una visión proyectual, para gestionar el legado patrimonial de manera que contribuya no sólo al desarrollo local, sino también a reforzar la identidad y autoestima local, un proyecto territorial necesita involucrar tanto a los representantes de los distintos niveles de gobierno presentes en el área, como a la sociedad civil. Coincidentemente, desde las políticas públicas también se postula que la promoción de regiones postergadas requiere optimizar recursos con la concurrencia de todos los niveles del estado y de la sociedad para gestionar estratégicamente los territorios (Lemoine y Sarabia, 2001). Por lo tanto, se trata de construir conocimiento institucional, ¿qué organismos operan en la Quebrada de Humahuaca?, ¿a qué escala?, ¿qué proponen?
La gestión de la QH presenta desafíos de gestión específicos y únicos en nuestro país por la complejidad que le otorga ser un territorio atravesado por distintas lógicas que no siempre se presentan articuladas; al menos tres son de interés de este estudio: la que opera por su condición de Sitio UNESCO; la que impone su conformación jurídico administrativa y de competencias; y la que resulta de los múltiples organismos de distintos niveles y sectores que piensan e intervienen en su reconfiguración física e institucional. Dar cuenta de esta complejidad es un insumo fundamental para desarrollar cualquier proyecto que tenga como finalidad transformar ese territorio para que aporte tanto al desarrollo local, como a la preservación del legado patrimonial. Por lo tanto, un expediente territorial que se constituya en un insumo para encarar un proyecto territorial, además de considerar aspectos físicos, no puede dejar de abordar los contextos institucionales.
En principio, la definición del área patrimonializada de la Quebrada de Humahuaca y su postulación como Sitio UNESCO surge desde una iniciativa provincial que resultó avalada tanto por el nivel nacional, como por un organismo internacional a través de la Inscripción en la Lista de Patrimonio de la Humanidad (Catenazzi, Cañellas y Potocko, 2011). El compromiso asumido la convierte en una región que por su particularidad requiere una gestión diferenciada; se trata de una región isla (Benedetti, 2009). Como en todo Sitio Paisaje Cultural, la distinción compromete necesariamente a desarrollar un Plan de Manejo como herramienta para “planear la promoción y significado del mismo”, lo que “Implica atender de manera integral y participativa todos los aspectos relacionados con el lugar” (Rigol Savio, 2004:40), considerando además su articulación con otros planes desarrollados para el Sitio. En este punto se plantea -como ocurre en general con otros sitios UNESCO con las particularidades de sus distintas escalas- el dilema sobre el diseño del organismo que llevará adelante dicho plan. Esto hace referencia tanto a su grado de autonomía, como a los recursos que se le atribuyen, así como también a su forma de articulación con las estructuras político administrativas.
Todas estas variables dan lugar a distintos diseños (Coulomb, 2001), por lo que más adelante se analizarán las propuestas contenidas en diversos planes para resolver la conformación e institucionalización del organismo administrador del Sitio, un compromiso asumido en el Plan de Gestión. El Sitio actualmente está a cargo de la Unidad de Gestión, organismo dependiente de la Secretaría de Turismo y Cultura que elaboró dicho Plan.
Ahora bien, ¿cuáles son los condicionamientos que impone el marco jurídico a la institucionalización de una región? Por un lado, la Constitución Nacional habilita la conformación de regiones5, pero no les atribuye la posibilidad de poseer gobierno propio, aunque sí admite la alternativa de otorgarle funciones con poder vinculante en sus jurisdicciones (Lemoine y Sarabia, 2001). Por lo tanto, queda abierta la posibilidad de que el liderazgo de una región supramunicipal pueda ser ejercido tanto desde el nivel provincial, como a través de la conformación de entes intermunicipales con mayor o menor grado de articulación entre niveles.
Por el otro lado, hay múltiples competencias atribuidas al nivel municipal. En la Quebrada de Humahuaca los gobiernos locales con jurisdicción en el territorio tienen varios atributos en materia territorial que deberían ser consideradas para la conformación del organismo de gestión patrimonial del Sitio. En la provincia de Jujuy, los municipios y comisiones municipales poseen las referidas a la planificación y ordenamiento de sus territorios. Justamente, la Constitución provincial de Jujuy (Art. 189) les otorga a los municipios la competencia para la planificación, gestión y ejecución del desarrollo y ordenamiento urbano y además, los consagra como los agentes naturales para la ejecución de planes y objetivos formulados desde el nivel provincial. La Ley Orgánica de Municipios, por su parte, les asegura la competencia para delimitar los cascos urbanos de las ciudades y pueblos, para ejercer las potestades en materia de urbanismo conferidas por la Constitución. Además, tienen las atribuciones para celebrar convenios con otros municipios y con entes públicos para diversos fines, entre ellos “para el fortalecimiento de las relaciones y la complementación intermunicipal, promoviendo la concertación y el desarrollo de las distintas regiones y zonas de la Provincia” (Ley N° 4466). En ese sentid o, estarían habilitados para conformar una región intermunicipal. Por lo tanto, se puede sostener que en primera instancia, son los municipios quienes operan en el territorio bajo su jurisdicción llevando adelante sus propias agendas territoriales, avalados por la normativa y por su legitimidad política.
No obstante, existen otros organismos que intervienen desde distintos niveles jurídico-administrativos a través de una multiplicidad de planes con distintos objetos y objetivos. En 2009, se presentó el Plan de Gestión Quebrada de Humahuaca Patrimonio Mundial6, que propone articular acciones con otros instrumentos elaborados por instancias provinciales y nacionales o en el marco de políticas públicas de nivel nacional (PG: 2009:126)7. Asimismo, se han formulado otros planes no incluidos –y que no contemplan- el Plan de Gestión8. Cada uno tiene un sesgo particular signado por intereses sectoriales y por la escala a la cual planifican. A los efectos de dar cuenta de ellos, proponemos dos grandes conjuntos. Por un lado, cabe referirse a los que tienen por objetivo el desarrollo turístico y por el otro, a los que apuntan –desde el ordenamiento territorial- a la provisión de infraestructuras y equipamientos. En el primer grupo, cabe consignar el Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable 20169, de nivel nacional, y el Plan de Desarrollo Turístico Sustentable de la Provincia de Jujuy10. En el segundo, podríamos considerar el Plan Estratégico Territorial 1816-2016 Argentina del Bicentenario11, de nivel nacional, y su contraparte provincial, el Plan Estratégico Territorial Jujuy 2006/201612, a los que se suma el Programa de Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente13, desarrollado a nivel de la región Quebrada y Puna, como primer paso a la elaboración del Plan de Ordenamiento Territorial de la Provincia, en el marco de la Iniciativa para la Integración Regional Sud Americana.
En todos esos documentos se plantean denominadores comunes en cuanto a las problemáticas de la región y a la necesidad de impulsar el desarrollo local en base a una gestión sustentable de los recursos patrimoniales, para lo cual las infraestructuras y el desarrollo de servicios para los turistas son señalados como claves, considerando los valores y la ubicación estratégica de la QH. Asimismo, se pondera la necesidad de conciliar el desarrollo de infraestructuras y actividades económicas y culturales con el compromiso asumido con UNESCO. Por esto último, algunos de los planes provinciales centran su preocupación en la necesidad de implementar un organismo específico, capaz de articular los distintos proyectos destinados a gestionar el desarrollo local y la evolución territorial del paisaje cultural protegido.
Es así que, el Plan de Desarrollo Turístico Sustentable y el Programa de Ordenamiento Territorial diseñan un organismo específico para actuar a nivel del Sitio Patrimonial en línea con los compromisos asumidos con UNESCO en el Plan de Gestión, aunque con distintas conformaciones y competencias. En estas distintas conformaciones está en juego el “tablero de comando” para coordinar las acciones sobre el Sitio.
PROYECTOS PARA EL TERRITORIO
¿Cómo se construye la identidad de un territorio? Esta es una pregunta que sobrevuela algunos textos que dan cuenta del rol de las representaciones gráficas en la construcción del territorio (Novick y otros, 2011) y de las propuestas territoriales que resultan de los instrumentos de planificación (Novick, 2007). En esa línea, se sostiene que por detrás de cada uno de los planes elaborados hay ideas sobre la identidad del territorio que conviene conocer, y por lo tanto es necesario relevar la diversidad de propuestas formuladas. Con ese objetivo, se han recopilado y organizado en relación a sus “objetos” en su rol de nodos, hitos o itinerarios, según la clasificación sugerida por Sabaté Bel (2005:25).
En cuanto a los “nodos”, es decir los proyectos que se presentan como puerta, accesos o espacios regionales, se plantearon varias alternativas. Desde el PDTSJ se propusieron cuatro portales que a la manera de los monumentos clásicos signan las rutas de acceso a la QH, marcando “lo que está afuera” y “loque está adentro”. Las localizaciones previstas se sitúan al sur en Volcán, al norte en Tres Cruces, al oeste en Purmamarca y al este en Santa Ana (PDTSJ, 2006:43; 50). Si bien no se materializaron todos ellos, en Volcán se configuró una suerte de puerta de acceso en el Centro de Interpretación promovido por la Secretaría de Turismo y Cultura provincial y en la feria artesanal regional, que tienen sus sedes en edificios históricos recuperados. El concepto de portal, que fue también motivo de un concurso de diseño convocado desde la misma Secretaría (Figura 4), da cuenta de una idea más amplia que intenta asociar las puertas con equipamientos que ofrecen servicios al turismo -gastronómicos, artesanías, sitios de interpretación- y a nivel simbólico marcan los accesos regionales. Esos “nodos” –a la vez materiales y centros de servicios- se reencuentran, reformulados y con algunas superposiciones, entre las propuestas del POT, donde se plantea
un proyecto de equipamiento para el servicio a los turistas con características de nodo. En esa orientación, el modelo de gestión del área patrimonial imagina la creación de un Parque Regional Inteligente de Turismo y Cultura, en Hornillos “un gran espacio natural acondicionado funcionalmente para transmitir cultura e información” (POT, 2010:76). El parque operaría como un centro regional donde se concentra la infraestructura de equipamiento y servicios adecuada para el turismo nacional e internacional. Junto con hoteles y restaurantes se diseñaron lineamientos para un centro de convenciones, museos y salones de exposición de artesanías. Para llevarlo a cabo, la idea era lograr una gestión público-privada en torno de los beneficios del turismo, compartida entre los municipios, las comunidades locales y los empresarios (POT, 2008:71-72; 76-77). Finalmente, otros equipamientos que actuarían también como nodos, por su condición de centro de trasbordo, son las terminales de ómnibus para Tilcara y Purmamarca, asimismo como el nodo multimodal Volcán (PETJ, 2007:29-30; 1).
En otra clave, la Quebrada de Humahuaca es objeto del diseño de una gran cantidad y variedad de circuitos
a considerar. Efectivamente, en el PFETS aparecen mencionados itinerarios que configuran circuitos turísticos más amplios. Se trata, por ejemplo, de las travesías Humahuaca-Parque Nacional Calilegua; Humahuaca-Orán; de las Salinas; Ruta 9 y Circuito transfronterizo Paso de Jama-Atacama (PFETS, 2005:92-95). Y, en el interior de la Quebrada, muchos de los circuitos están condicionados por las infraestructuras de acceso que se abren dentro de una compleja geografía como se visualiza en el PETJ.
Tal es el caso del acceso regional Quebrada-Calilegua (Rutas 73 y 83) que forma parte de una de las  travesías del PFETS. Este acceso, conecta la QH con Santa Ana, uno de los pueblos donde, recordemos, el PDTSJ proponía construir uno de los portales de acceso. Puede ser también mencionada, en ese carácter, la ruta 73 que unirá Humahuaca con Coctaca, localidad con importante yacimiento arqueológico y antiguas terrazas de cultivo a los que ahora se accede sólo por un complicado camino de tierra o la ruta provincial 13. Esta ruta comunicará Hipólito Hirigoyen (Iturbe) con Abra del Cóndor -límite con Salta a 4.000 metros de altura- que permite la conexión con el sitio turístico por excelencia que es Iruya, también en Salta (PETJ,2007:30;5; PET,2008:24). Por su parte el POT puso singular empeño en el rescate de las antiguas rutas transversales que naciendo entre Huacalera y Humahuaca permitían llegar al occidente mediante la Quebrada de Yacorite y al oriente, atravesando la Quebrada de Calete y las abras de Cianzo y Zenta (POT,
2008:12).
La rehabilitación del ferrocarril que unía San Salvador de Jujuy con La Quiaca es uno de los proyectos reiterados en varios documentos como el POT, el PET y el PETJ. Pero es sobre todo, el eje central del POT que presenta los estudios relacionados con la traza ferroviaria, donde además de valorar sus implicancias en cuanto a conectividad, se alude al proyecto como una alternativa turística que aportaría un nuevo paisaje en movimiento (POT, 2010:3). Esta obra, conjuntamente con la rehabilitación de sus estaciones históricas podría considerarse en términos del itinerario, más relevante para el desarrollo de la Quebrada de Humahuaca.
Asimismo, también en el POT se pueden reconocer iniciativas que promueven la valoración de recursos naturales y culturales que pueden transformarse en potenciales hitos de un futuro proyecto territorial que se alimente, además, de relatos y narraciones que le dan sentido. En esa línea, en torno de las unidades de paisaje, se efectúa una descripción detallada de fenómenos singulares tales como las geoformas, las variaciones cromáticas, los dibujos de los cursos de agua o las características de la vegetación dominante.
En cada una de las unidades de paisaje, se van identificando aquellos rasgos identitarios que además, constituyen los componentes del paisaje cultural. Así, en Volcán, se ponderan las zonas agrícolas; en Purmamarca, además del pueblo en sí se valora su iglesia colonial o el algarrobo centenario; en Maimará el foco se coloca en las reminiscencias históricas del complejo colonial Posta de Hornillos o las acequias y canales que permiten los cultivos de flores y hortalizas; en Tilcara se trata del prehispánico Pucará al igual que el de Campo Morado que se vincula con Los Amarillos-Yacorite. En esa misma lógica, la plantación de sauces de Muyuna, los cultivos de Uquía-Huacalera, los monumentos de Humahuaca, etc. (POT, 2010:8- 14). Esos recursos que se van rescatando operan además como hitos de los circuitos turísticos.
En esta breve presentación de materiales, es posible identificar la cantidad de proyectos nuevos y de iniciativas proyectuales que se proponen, asegurar las infraestructuras de servicios y poner en valor los relevantes recursos patrimoniales y naturales, que a su vez, son objeto de estudio y acción desde distintos niveles de gobierno. Algunos de ellos, como los planes de turismo, intentan recoger la mirada de los diversos niveles de gobierno y sectores involucrados, públicos y privados; otros, como los planes estratégicos, elaboran propuestas que no siempre registran las particularidades del territorio, las propias asociaciones de vecinos también promueven iniciativas al igual que los residentes o los programas públicos que de modo silencioso van proyectando el territorio. Es sobre esa base que, desde nuestra perspectiva, debería iniciarse un proceso proyectual que involucre e integre y propicie un proceso colectivo.

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