El paisaje es agresivo y reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobra una majestad única.
Algunos metros de selva bastan para abolir el mundo exterior. El horizonte está ausente.
La variedad y exuberancia de su vegetación enmarañada libra una batalla vertical por la luz.
Movimiento, brisa, vida.
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