Cuando nos adentramos en la selva, estábamos perdidos, confundidos por una selva que se nos mostraba siempre ambigua, contadictoria. Toda esa vida, todos esos seres viviendola, toda esa muerte, esos peligros a la vuelta de la esquina, del árbol. Vida hasta el hartazgo, o mas bien hasta la podredumbre, en esta selva las cosas se pudrían en vida. Vida muchas veces invisible, en la selva el árbol no tapa al bosque, la selva lo tapa a uno, uno sabe, pero no ve.
Perdidos y confundidos necesitábamos comprender, para intentar convivir, o mas bien sobrevivir. Tratamos de ver ahí adentro, tratamos de sentir, intentamos estudiar esas sensaciones, pero todas y cada una de ellas nos llevaron a nuevas contradicciones (que la luz que se muestra, pero nunca llega, que la selva es un interior en un exterior y un exterior, que nunca se descubre la totalidad -si no se es un pájaro, e incluso así, el pájaro no estaría en la selva, sino sobre ella- pero que se es consciente de su existencia -es difícil incluso diferenciar una parte de la selva de la otra-). Contradicciones que no hicieron mas que angustiarnos, no solo no conocíamos la selva, ella no quería que la conozcan.
Pensamos entonces en otro enfoque, pensamos en la totalidad y en la particularidad, pensamos en eso que hace que esa inmensa variedad de vida, de situaciones, se vuelva una totalidad, vimos a la selva como ecosistema; es decir como sistema de relaciones entre organismos, diferentes entre si, pero aun así parte de un todo. Como un organismo vivo, compuesto de millones de partes, distintas entre si, prácticamente inservibles por si solas, pero que en conjunto generan vida. Vimos esas relaciones, tratamos de estudiarlas (las que encontramos, las que se nos ocurrieron), intentamos comprender la forma en que esas relaciones aparentemente simples, pero tan complejas (pensar solamente en la cadena alimenticia, como ejemplo simple) generaban el equilibrio que permitía la subsistencia de la selva y de sus componentes. Nuestro proyecto iba a ingresar en ese sistema y ese equilibrio no se iba a mantener.
Perdidos y confundidos necesitábamos comprender, para intentar convivir, o mas bien sobrevivir. Tratamos de ver ahí adentro, tratamos de sentir, intentamos estudiar esas sensaciones, pero todas y cada una de ellas nos llevaron a nuevas contradicciones (que la luz que se muestra, pero nunca llega, que la selva es un interior en un exterior y un exterior, que nunca se descubre la totalidad -si no se es un pájaro, e incluso así, el pájaro no estaría en la selva, sino sobre ella- pero que se es consciente de su existencia -es difícil incluso diferenciar una parte de la selva de la otra-). Contradicciones que no hicieron mas que angustiarnos, no solo no conocíamos la selva, ella no quería que la conozcan.
Pensamos entonces en otro enfoque, pensamos en la totalidad y en la particularidad, pensamos en eso que hace que esa inmensa variedad de vida, de situaciones, se vuelva una totalidad, vimos a la selva como ecosistema; es decir como sistema de relaciones entre organismos, diferentes entre si, pero aun así parte de un todo. Como un organismo vivo, compuesto de millones de partes, distintas entre si, prácticamente inservibles por si solas, pero que en conjunto generan vida. Vimos esas relaciones, tratamos de estudiarlas (las que encontramos, las que se nos ocurrieron), intentamos comprender la forma en que esas relaciones aparentemente simples, pero tan complejas (pensar solamente en la cadena alimenticia, como ejemplo simple) generaban el equilibrio que permitía la subsistencia de la selva y de sus componentes. Nuestro proyecto iba a ingresar en ese sistema y ese equilibrio no se iba a mantener.
Intentamos entonces ver esas relaciones como una forma de estructura (no arquitectónica, sino de conceptos) que le permitiese al proyecto sobrevivir en la selva y a la selva sobrevivir al proyecto. Buscamos entonces las estructuras de la selva, las buscamos en la totalidad, pero nos fue imposible verlas, las buscamos entonces en las partes, en las mas ínfimas, mas elementales. Descubrimos en ellas ciertas constantes, estructuras que podíamos encontrar también en la selva en su totalidad, o por lo menos en grandes porciones. Esto reforzó en nosotros la analogía del organismo, a tal punto que representamos a la selva como un ser vivo, amorfo, intrincado, variado, único, pero a la vez adaptable; como un ser vivo la selva podía interactuar con su entorno (o con nuestro proyecto), y mientras lo hiciese según sus reglas podía sobrevivir.
En las etapas que siguieron del proceso intentamos reinterpretar esos conceptos, esas relaciones, en una lectura del terreno, en conceptos espaciales, y finalmente en un edificio. Un edificio, que cual organismo vivo, se ubica donde puede sobrevivir, pero a la vez debe adaptarse para poder hacerlo. Un edificio que nace de la selva, no pretende dañarla, intenta que su huella (en todo sentido) sea mínima, aprovecha aquellos recovecos para crecer, que otros, menos considerados, ya han creado. Consciente de que su vida es la vida de otros (la de los que lo habitan), el edificio busca aquello que el hombre necesita, busca la luz de los claros, busca el agua del río.
Sabe que, en su búsqueda, puede perderse, la selva es vasta, las referencias escasas, las opciones infinitas, es por eso que se impone una estructura, una base que le permita crecer sin preocuparse; es por eso que toma los caminos y los hace propios.
Es un ser que emerge de la selva, que nace en su espesura, pero que aparece allí donde esta se abre y le permite vivir. Es un ser que teme al hombre y sus ciudades, por eso no responde a sus lógicas, ni lucha contra ellas, solo pretende sobrevivir.
En las etapas que siguieron del proceso intentamos reinterpretar esos conceptos, esas relaciones, en una lectura del terreno, en conceptos espaciales, y finalmente en un edificio. Un edificio, que cual organismo vivo, se ubica donde puede sobrevivir, pero a la vez debe adaptarse para poder hacerlo. Un edificio que nace de la selva, no pretende dañarla, intenta que su huella (en todo sentido) sea mínima, aprovecha aquellos recovecos para crecer, que otros, menos considerados, ya han creado. Consciente de que su vida es la vida de otros (la de los que lo habitan), el edificio busca aquello que el hombre necesita, busca la luz de los claros, busca el agua del río.
Sabe que, en su búsqueda, puede perderse, la selva es vasta, las referencias escasas, las opciones infinitas, es por eso que se impone una estructura, una base que le permita crecer sin preocuparse; es por eso que toma los caminos y los hace propios.
Es un ser que emerge de la selva, que nace en su espesura, pero que aparece allí donde esta se abre y le permite vivir. Es un ser que teme al hombre y sus ciudades, por eso no responde a sus lógicas, ni lucha contra ellas, solo pretende sobrevivir.
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