En un primer acercamiento territorial reconocemos a la península
como una porción de TIERRA que del continente avanza sobre el agua (mar argentino),
para apoderarse y poner al resguardo una porción de la misma.
¿Este gesto representará
la necesidad de agua que lleva en sus entrañas aquella tierra árida y
esteparia?
Pero a la hora de hablar de AVANCES Y RETROCESOS,
debemos poner en primer lugar y como principal protagonista al AGUA. Que baña esas costas con su cambio diario,
cíclico: algunas veces escondiendo,
otras veces exponiendo aquellas
tierras.
Tierra que a su vez, ella misma se divide las funciones de
exponerse y al mismo tiempo auspiciar de cobijo.
Dentro de estas dos grandes áreas territoriales: EXPUESTO-PROTEGIDO reconocemos dos tipos de comportamientos distintos.
Por un lado, un área expuesta al borde
marítimo y a los vientos marítimos, que responde a ello con un gran acantilado.
Donde en una visión macro se reconoce como un borde limpio,
sin impurezas, suave.
Donde en una visión micro los materiales que lo conforman,
tanto al estar en contacto con el agua brava como con los fuertes vientos, son
erosionados por ellos de una manera respetuosa,
producto de la dureza y opacidad, compacidades de los materiales que lo
conforman. La huella, el registro del paso del tiempo, del movimiento, aquí es
producto de TIEMPO, de un laburo fino, de hormiga que viene de hace miles de
años. Hay una idea de permanencia en
estos materiales que hace que al verlos den la sensación de respeto. Los mismos
límites entre esta tierra y el agua nos sugieren esta cuestión. Donde cada
material es reconocible sin perder su identidad y sin embargo es evidente la
huella de uno por sobre el otro. Huella que requiere de tiempo para ser efectuada,
a largo plazo pero que por ello mismo,
perdurará más.
Presencia de recovecos.
(Vegetación: anidada
frente a la falta de agua y presencia de fuertes vientos en su parte alta.)
Por otro lado, encontramos el área territorial protegida por
aquella zona expuesta. Esta es: el área cobijada, anidada.
Donde en una visión macro se reconoce como un gran nido cuyo
borde accidentado pareciera presentar
sub-nidos.
Donde en una visión micro los materiales que lo conforman son más blandos, maleables. Donde la huella
que deja un material sobre otro cambia constantemente. Esto es a nuestro
entender la razón por la que el borde en una visión macro se ve más irregular:
representa la maleabilidad del lugar.
Aquí, los límites entre un material y otro son más difusos,
cambiantes. Existe una relación más porosa, más intersticial con diversa gama
de opacidades.
La huella es momentánea, dinámica, cambiante a cada
instante. Y esto no es solo a nivel de encuentro de materialidades dado que al
analizar la relación animal-material encontramos que los mismos animales pueden
picar la roca para cavar su nido, como es el caso de los pájaros; y esto, da
cuenta también de la maleabilidad de este lugar. Así como también, los
pingüinos o lobos marinos moldean la arena, el pedregullo en que se recuestan.
Así como también los invertebrados, cavan un pozo en la arena cuando quieren
conservar la humedad que pierden al quedar expuestos frente
al retroceso del agua.
Damos cuenta entonces, de las diversas maneras en que este
territorio responde a los avances y retrocesos de la marea, al movimiento del
viento, al paso cíclico de su fauna. Qué
tipo de cambios generan estos en su materialidad es decir, cómo responde ese
material a nivel micro y qué imagen da ello a nivel macro.
Esta es una tierra de CAMBIOS y PERMANENCIAS de EXPOSICIONES
y COBIJOS.
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