Movimiento
cíclico regulado por las mareas que transforma el territorio sistemáticamente.
El edificio
se aferra al acantilado, se mimetiza, lo protege y se asoma para mira al mar
como vigilándolo, tomando conciencia de su movimiento, acompañándolo y
mutando con él.
Lugar de
transición para los visitantes de la Península entre la tierra y el océano, su
flora y su fauna.
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