Los asentamientos balnearios en la Argentina, fundados para
el turismo de sol y playa, surgen en la etapa denominada Turismo Exclusivo, que
comprende el período de "descubrimiento de la playa", que se extiende
desde fines del siglo XIX hasta la década de 1930. En esta etapa se crean los
primeros balnearios en la costa atlántica bonaerense entre 1874 a 1890 (Mar del
Plata, Necochea, Miramar y Mar del Sud) a partir de la incorporación de la moda
europea de los baños de mar, como práctica de las elites. Los asentamientos
fundados se basaron en una política paisajística de bajo impacto y de
dispersión urbana en el frente costero.
La segunda etapa del turismo de sol y playa se denomina de
Turismo Masivo, en referencia a la apertura de los balnearios a una porción
mayor de la población. Se suele definir esta etapa como "democratización"
de los balnearios, como sinónimo de masificación. Se transformaron en
urbanizaciones capaces de albergar un turismo de masas, para tal fin se
destruyeron las villas turísticas exclusivistas y se construyeron ciudades
verticales. Se edificó intensivamente el frente costero generando un fuerte
impacto visual, donde se prioriza el paisaje urbano sobre el natural. Ese
turismo masivo se consolidó en relación a la mirada que se tenía sobre el
ambiente en la modernidad:
"El turismo masivo aceleró el desarrollo regional y
jerarquizó ciudades con la creación de estructuras sobre el espacio; en estas
intervenciones territoriales generalmente la variable ambiental no fue tomada
en cuenta. La naturaleza, de acuerdo a los cánones culturales vigentes, debía
ser doblegada y conquistada, de forma que la urbanización era vista como un
avance civilizador de las posibilidades del hombre sobre la naturaleza. Lo
urbano se constituía en el símbolo material más fuerte de la modernidad y en un
pilar indispensable para la difusión de una sociedad de consumo"
(Cicalese, 2000: 76).
Desde principios de la década de 1970 se ha sucedido una
crisis del turismo masivo en Mar del Plata por la pérdida de rentabilidad de
las temporadas de verano, la degradación urbano-ambiental de su costa y el
crecimiento de las ciudades balnearias ubicadas en el norte del litoral como
Pinamar y Villa Gesell. Ese turismo masivo, tanto a nivel nacional y mundial,
tuvo su auge más notorio en la segunda mitad del Siglo XX, en la Postguerra;
entró en crisis por el impacto de variables vinculadas a la situación política,
económica, social y cultural en el mundo y en el país.
A partir de la década de 1990 la fragmentación y
segmentación de la oferta y demanda de espacios turísticos en el contexto
postfordista, han provocado el surgimiento de nuevas masividades. Por un lado,
las masividades selectivas que se congregan en valorizados espacios de playa y
por otro lado, las masividades segregadas reunidas en antiguos espacios ligados
a los tiempos de construcción de un pasado integrador e inclusivo hacia esos
sectores sociales.
El turismo masivo ha modelado el espacio valorizado
socialmente por sus características paisajísticas y "las transformaciones
del espacio también serán masivas a través de una actuación intensiva sobre el
territorio" (Sánchez, op. cit.). Lo intensivo de las intervenciones
territoriales es históricamente comprobable en el litoral marítimo bonaerense
con los cambios que vivió la zona costera en Mar del Plata luego de vertebrarse
como un balneario de masas. En otros centros balnearios de la costa bonaerense
-que también poseen un turismo masivo o popular- la intervención sobre el medio
también ha sido intensiva, con una fuerza quizás menor, pero se realizaron
modificaciones fuertes sobre las características primarias. Así lo explicó
Bertoncello en su investigación sobre las fundaciones de los balnearios del
Partido de la Costa:
"El denominador común fue el considerar el medio
natural como un obstáculo que debía ser vencido, para que se "amoldara"
a un plano urbano dibujado en un tablero, ignorando sus peculiares
características y dinámica, y sin considerar que ello pudiese tener efectos
negativos sobre la actividad misma: ante una superficie irregular y movediza,
correspondía entonces nivelarla y fijarla de algún modo" (Bertoncello, R.
1993: 67)
El avance de la frontera urbana sobre el ambiente costero
incorporó nuevas dinámicas a fines de la década de 1990 y en los comienzos del
Siglo XXI con la creación de espacios turísticos para nuevas elites. Los
hoteles de firmas multinacionales, los paradores, los spa, los campos
deportivos, las urbanizaciones privadas, entre otros, generan procesos de
turistificación postfordista, donde el mercado crea una nueva oferta para una
demanda segmentada. El proceso de construcción del espacio turístico del
litoral marítimo bonaerense resulta del dinamismo resultante del pasaje de la
"primera naturaleza" a una "segunda naturaleza" y a
sucesivas "nuevas naturalezas" en función de las turistificaciones
contextuales.
Ciudad balnearia:
Mar del Plata
La ciudad es cabecera del Partido de General Pueyrredón y
fue oficializada su fundación el 10 de febrero de 1874. El Partido existe desde
1879 y cuenta con 47 Kilómetros de costas, con zonas de playas y de
acantilados. Presenta una diversidad de playas: Camet y La Perla Norte, el
tradicional balneario La Perla, las playas céntricas (Punta Iglesia, Bristol,
Torreón del Monje y Varese), Playa Chica en la zona del Cabo Corrientes, el
complejo Playa Grande en las cercanías al barrio Los Troncos y a la principal
arteria de la vida nocturna marplatense, la calle Leandro N. Alem, las playas
del Puerto ubicadas sobre la Reserva del Puerto y la Escollera Sur, el Complejo
Punta Mogotes, las playas y paradores del Sur ubicadas desde la zona del Faro
de Punta Mogotes hasta La Serena y los balnearios que se ubican en la zona de
barrancas y acantilados.
El Partido de General Pueyrredón, según el Censo de 2001
realizado por el INDEC, posee 564.056 habitantes y en las proyecciones
realizadas por la Dirección Provincial de Estadística hacia 2006 se encontraría
en 611.225 habitantes, concentrada la población principalmente en Mar del Plata
(96% del total). La actividad turística sigue siendo la principal vía de
ingresos para sus pobladores pero la ciudad diversificó sus actividades con el
sector pesquero, la actividad del cinturón frutihortícola, la actividad textil,
las plantas alimenticias ubicadas en su parque industrial y la zona de canteras
donde se extraen piedras y materiales para la construcción, actividad ligada a
las perspectivas del turismo. A pesar de este desarrollo diversificado, Mar del
Plata sigue siendo desde la década de 1990 una de las ciudades de Argentina con
mayores índices de desocupación (10,9 % según los datos publicados por el INDEC
en marzo de 2008), siendo junto a Santa Fe las únicas ciudades que superan los
dos dígitos.
Mar del Plata ha sido el escenario central de los espacios
turísticos de sol y playa y donde se han desarrollado múltiples cambios: el
modelo de explotación de las arenas ha incorporado en la franja de playas
privadas del Partido de General Pueyrredón, ubicadas entre el Faro de Punta
Mogotes y Playa La Serena en una extensión de 2,5 kilómetros sobre la Ruta
Provincial N° 11, una tendencia creciente de paradores que han avanzado pero en
convivencia con los tradicionales balnearios. El nuevo modelo de explotación se
inserta dentro del esquema histórico compuesto por ser el destino turístico de
las clases privilegiadas entre fines del siglo XIX y principios del XX, su
masificación realizada con la implementación del modelo de Estado de Bienestar
en Argentina a mediados de siglo XX y por la segmentación y fragmentación de la
oferta de espacios de playa ocurrida en las últimas décadas del siglo pasado y
en la primera década del siglo XXI en el marco de una crisis del turismo masivo.
Luego de la salida cambiaria devaluatoria del verano de
2002, el empresariado del turismo tuvo que reconfigurar estrategias en los
espacios de playa. La concepción tradicional del balneario con su espacio de
carpas y de arena para sus veraneantes, restaurantes, comercios, etc; fue
cambiando durante los últimos años de la década de 1990 y los primeros años del
siglo XXI. El sector privado ha sido el dinamizador de estos espacios por tener
la posesión de las mismas. El Estado no tiene jurisdicción allí, sólo ha
denotado que actividades y proyectos pueden establecerse mediante la Ley
Provincial 8.912 y el Código de Ordenamiento Territorial del Partido de General
Pueyrredón.
Bajo las nuevas estrategias que se fueron implementando y
que avanzaron luego de 2002-2003, se fusionaron en los paradores empresas
variadas: los dueños y concesionarios de los balnearios y paradores junto a
quienes le otorgan concesiones en sus playas (radios FM de grupos nacionales e
internacionales, marcas de bebidas, de ropa informal y deportiva, telefonía
celular, Internet, etc).
Un factor importante en el paso de balnearios a paradores ha
sido el modo en que son difundidas estas playas. Durante más de veinte años las
playas del sur fueron promocionadas y su éxito se basaba en estar en un espacio
de playa "natural" (por la presencia de médanos, sectores boscosos) y
de "tranquilidad" para sus veraneantes, al estar estas playas
alejadas de la urbe y sus masificadas playas.
Se denota un cambio sustancial en el modo de producción de los
espacios de playa, impulsado por los mismos factores de la producción de
espacio urbano. Las playas tienen su punto de contacto con "lo
urbano", no sólo por el traslado de prácticas sociales de la vida urbana a
las arenas, sino porque también han sido puestas en producción en un momento
como espacios exclusivos y promovidas por ese mayor contacto con variables
"naturales", idea que ha mutado en los primeros años del Siglo XXI.
Los ámbitos de sociabilidad han tomado nuevas
características y las playas no han sido ajenas al cambio, si han mutado
espacios de sociabilidad ligados a la lógica del trabajo y de la educación,
obviamente los espacios ligados al ocio iban a sentir las alteraciones. Y los
paradores son el escenario "postmodernista" donde se denotan con
mayor claridad los vectores de cambio.
"El "descubrimiento" de la playa fue el
primer ejemplo de valorización diferencial del espacio relacionado con el
veraneo frente al mar... cada espacio que se valorizaba se convertía en un
nuevo escenario de sociabilidad (como las playas) o era dotado de soportes
materiales que lo complementaban y facilitaban su apropiación y consumo (como
las ramblas y balnearios) dando lugar a las correspondientes prácticas de sociabilidad"
(Mantobani, 2004: 87).
En las décadas pasadas este factor comenzó a cambiar debido
a la importancia mayor otorgada a los soportes materiales de la playa, que se
han transformado en el escenario de sociabilidad. Además, la tendencia
creciente de los paradores sobre los balnearios genera una contradicción de
importancia: se denota una masividad selectiva, ya que se promueve el acceso de
grandes grupos a la playa, pero no todos pueden identificarse con este nuevo
concepto. Esos grupos masivos están compuestos por capas de elevado poder adquisitivo,
sectores vinculados a los medios masivos de comunicación, jóvenes de una
"nueva" clase media. Estos espacios contrastan con otras playas que
funcionan también como escenarios de una masividad segregada, compuesta en las
playas céntricas por las clases populares y una clase media-baja.
Ese turismo masivo que había entrado en crisis comenzó a
tomar nueva fisonomía ante los cambios que se habían originado. La masividad se
vio perjudicada en los tradicionales centros balnearios que tuvieron que
reacomodarse a la situación, que imprimió nuevas fisonomías en los espacios de
playa. El caso de Mar del Plata es paradigmático para explicar estas
cuestiones:
"Al abrigo del consenso neoconservador en la ciudad de
Mar del Plata, en un contexto de las restricciones y habilitaciones que imponía
un modelo social y económico que en nada ayudaba al turismo interno, se
generaron una serie de proyectos de "jerarquización" de la oferta de
recreación vía un paquete de normas y dispositivos de interpretación que
estimulaban las "iniciativas privadas". En el devenir iluso de
recuperar el "Biarritz perdido" y su "turismo de calidad" y
de dejar atrás "las consecuencias" sociales y ambientales de un
turismo masivo que rememoraba la misa colectiva, se buscaban e inventaban productos
más afines a las nuevas modas que dictaba el mercado de ocio". (Cicalese,
2005: 118).
Las playas del sur en los noventa se mostraban como las
únicas de Mar del Plata fuera de contacto con el área costera céntrica. Mar del
Plata ofrece una gran variedad de playas, no solamente desde el punto de vista
natural, urbano o paisajístico. Además de las masividades selectivas que se
pueden encontrar tanto en las playas sureñas como en Playa Grande y las
masividades segregadas de las playas céntricas, también aparecen playas que
mantienen usuarios locales como ocurre en el complejo Punta Mogotes, en el
tradicional complejo La Perla o en el revalorizado sector de Varese mediante
las construcciones que se han realizado en los últimos años.
Fuente
Caracterización socioterritorial de los asentamientos
turísticos-balnearios del litoral marítimo de la Provincia de Buenos Aires
Ordoqui, Javier Martín* - Hernández, Facundo Martín*
* Profesor en Geografía. UNMdP, CEHAU, Becario CONICET.
ver articulo completo en
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1852-42652009000100006
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