Bromas aparte, es muy sugestivo comprender los relevantes cambios que, en tan poco tiempo, se han gestado en la concepción del edificio bodeguero.
Los mismos están estrechamente ligados naturalmente a la nueva visión del vino como expresión cultural.
Básicamente podríamos decir que la bodega paso de ser
Los mismos están estrechamente ligados naturalmente a la nueva visión del vino como expresión cultural.
Básicamente podríamos decir que la bodega paso de ser
La fábrica del vino donde se industrializa un producto
a.....................la casa del vino donde se crían los caldos.
a.....................la casa del vino donde se crían los caldos.
La irrupción en el mercado internacional del creciente Enoturismo ha doblado la apuesta en tanto la bodega deja de ser una mera fábrica que se puede visitar para convertirse en la casa, el recinto mágico donde se crían en cuidado reposo las criaturas que en su justo momento darán a luz inolvidables experiencias a nuestros sentidos.
Los turistas se convierten entonces en visitantes de la casa y por consiguiente el compromiso que le asiste al anfitrión es superlativo. Así como cada botella es atendida con especial esmero cada visitante es único e irrepetible.
Recuerdo que Adriano Senetiner nos invitó a comer en su quincho de la finca de Viniterra y a los postres nos invitó a elegir un cosecha tardía de su cava personal. Allí las botellas descansaban, una a una, en cama de arena blanca, él las tomaba con mucha delicadeza en sus manos y nos ofrecía las alternativas mientras su voz se tornaba suave aclarando…. "no la despierten".
Le pregunté el porqúe de la arena y me dijo que estaba traída de las costas marinas de la aldea italina de donde eran sus padres y que imaginaba para sus vinos la misma sensación de maravilloso reposo que tenía cuando de niño y después de nadar en el mar se echaba sobre esa mullida cuna natural.
Marcelo
continuará
Los turistas se convierten entonces en visitantes de la casa y por consiguiente el compromiso que le asiste al anfitrión es superlativo. Así como cada botella es atendida con especial esmero cada visitante es único e irrepetible.
Recuerdo que Adriano Senetiner nos invitó a comer en su quincho de la finca de Viniterra y a los postres nos invitó a elegir un cosecha tardía de su cava personal. Allí las botellas descansaban, una a una, en cama de arena blanca, él las tomaba con mucha delicadeza en sus manos y nos ofrecía las alternativas mientras su voz se tornaba suave aclarando…. "no la despierten".
Le pregunté el porqúe de la arena y me dijo que estaba traída de las costas marinas de la aldea italina de donde eran sus padres y que imaginaba para sus vinos la misma sensación de maravilloso reposo que tenía cuando de niño y después de nadar en el mar se echaba sobre esa mullida cuna natural.
Marcelo
continuará
No comments:
Post a Comment