Territorio, que gracias a sus diferentes densidades y
formas que lo componen, dan lugar a recovecos que hacen al recorrido del agua.
Si bien el terreno es en parte formado por la misma agua, no es la única: están
los vientos, el sol, la vegetación, las temperaturas, y algunos más como
responsables de su contextura.
El agua se abre paso a través del cuerpo tectónico del territorio, provocando la formación de distintas situaciones volumétricas y ambientales.
Fluye tanto superficial como subterráneamente, completa su
ciclo pasando por todos los estados posibles y brindando en cada uno, una
belleza y una pureza excepcionales.
Podríamos comparar el fluir del agua, con los vasos transportadores de savia en los árboles, la forma de sus raíces, las arterias de los seres humanos, las estructuras de los microorganismos…
El agua no tiene vida pero lleva vida en si.
En el recorrido del agua, mientras baja las laderas tiende a unificarse
en un cauce mayor, como si fuera la forma de la raíz de un árbol.
Cuando llega a terrenos más llanos, tiende a sesear y
desviarse de un trayecto recto, a veces dividiéndose y luego volviéndose a
unir, como un juego constante, cambiando su flujo de un momento a otro según el
clima.
Tanto por su recorrido como por su caudal, los ríos son muy
dinámicos en esta zona, cual arterias que transportan la sangre que el corazón
bombea.
Pareciera que la montaña late.
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