Friday, August 21, 2009

Micaela Corro Molas - Leonor Gregui

Este trabajo comenzó rescatando el acto de sembrar y cultivar y el hecho del surco al labrar la tierra, y se fue desarrollando a partir de esta poética, buscando a través de distintas técnicas una identidad propia.






La postura definida ante el territorio para la instalación de la bodega tiene que ver con aquel sembrar y con el surco necesario: el proyecto está (im)plantado, y su implantación implica un surco, una herida en el territorio natural, que se ve afectado en su vastedad por uno, dos, tres golpes (con una azada, por ejemplo).

Los edificios en el medio de los viñedos, "sembrados", como la vid.




La bodega propiamente dicha tiene carácter, las plantas son evoluciones sobre los pasos previos, y la composición de la misma, ortogonal, con algunos sectores murarios y otros puntuales, va graduando los distintos espacios, resolviendo el proceso de producción en la parte inferior y el recorrido turístico en la planta superior.

Los patios y expanciones laterales, las distintas aberturas, los accesos de los materiales y actores, las circulaciones internas propias del proceso industrial y turístico, fueron las razones y justificaciones de una trabajosa calibración de la planta.

La ortogonalidad asumida y la voluntad de generar espacios a la vez calibrados y ricos en espacialidad, hicieron de esta una planta trabajada a conciencia y si bien aun corregible, de una composición interesante.





La representacion de las vistas y cortes no alcanzan a mostrar la riqueza y la definición que tenían las maquetas, sin embargo, la adopción de gaviones de piedra para ciertos muros y planos pergolados para tamizar la luz son acertadas.









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